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Coronando el final de la Avenida Joan de Borbó en el barrio de Barceloneta, se encuentra un edificio que destaca por su altura sobre el perfil del barrio antes de pescadores, dicho edificio construido en los años 70s tiene una de las mejores vistas de la ciudad hacia el mar.

En la planta número once nuestros clientes, una pareja joven adquirió un apartamento con la finalidad de reformarlo para su vivienda, los requerimientos eran muy básicos, querían hacer un diseño sencillo e intentar aprovechar al máximo el espacio siendo el piso muy pequeño.

Dividimos en tres acciones concretas nuestra estrategia de diseño, estas fueron: Eliminar, enmarcar y reflejar.

El primer paso fue eliminar al máximo las divisiones interiores de la zona común, intentando regularizar todos los recovecos del perímetro, incorporamos la galería a la zona de cocina que antes estaba desvinculada, agrandando con esto el espacio de la zona de día.

En la zona de día generamos una sucesión de rectángulos de madera, para enmarcar visualmente el interior y el exterior. Uno de ellos enmarcaba la vista hacia la ciudad, y el otro hacía de dintel entre el comedor y el salón, además de que colocamos en fachada una carpintería retráctil casi en su totalidad, con lo que la conexión con la terraza y a su vez con el mar toma mucho protagonismo.

Uno de estos marcos los clientes lo llamaron “The love corner”, que resultó ser un rincón acogedor donde se puede beber algo mientras se admira la vista hacia la ciudad Condal.

Ubicamos dentro del proyecto diversos elementos reflectantes, incorporándolos a la propuesta para resolver visualmente algunos de los problemas de espacio.

En la cocina por ejemplo, las lamas originales de fachada del edificio obstruían la vista hacia el exterior, con lo que al incorporar un cristal negro (Lacobel) en el fondo del mueble de cocina logramos con su reflejo ver la ciudad.

En el pasillo hacia las habitaciones realizamos puertas retractiles que se esconden en el armario, siendo éstas de espejo al interior de las habitaciones y de madera hacia el pasillo.

Entre la zona de día y zona de noche, colocamos una puerta de cristal negro que hace de filtro entre los dos ámbitos y con su reflejo amplia visualmente el espacio.